La historia

Day 7: Village y cupcakes

Hoy mi café latte de la mañana lo he tomado en una de mis cafeterías favoritas, Café Angelique (Bleecker Street, con Grove Street). Siempre me he imaginado que el día que venga a vivir a Nueva York, mi primer desayuno lo haré aquí. La calle Bleecker es una de las calles con más encanto del Village. Esta cafetería tiene unos ventanales que dejan contemplar todo lo que sucede en ella y una vez más sus sillas de hierro forjado en forma de corazón, me han puesto romántica.

He tenido suerte y he conseguido sentarme en una de las mesas de la ventana. El lugar me invita a escribir, pensar y disfrutar del ambiente.

Delante mío está sentado un hombre de unos 35 años que me ha llamado la atención, no porque vaya mal vestido o le falte una ceja, simplemente porque está BUENO.

Para una soltera como yo, esto es el paraíso. Aquí los hombres no tienen nada que ver con los españoles (sin ánimo de ofender). Están hechos de otra pasta de la cual no tengo palabras.

Nueva York es una de esas ciudades donde sí que es posible encontrar una cita en un supermercado, comprando una revista o en la cola de la tintorería.

Lo que vemos en la serie Sexo en Nueva York, es verdad (pero me imagino que no al ritmo que llevan las protagonistas).

La capacidad de los norteamericanos de hablar con extraños es una de las cosas que más gusta de este lugar. En esta ciudad si estás solo, no te sientes tan solo. Puedes llegar a mantener en tan sólo un día, más de dos conversaciones con extraños.

Aunque todavía no haya hablado de ello ya llevo una larga lista de conversaciones con gente a la que no conozco. Con la chica de la caja del Dean & DeLuca surgió una conversación al ver que compartíamos apellido. Extraño porque mi segundo apellido es vasco y me chocó ver a una chica morena que se apellidara Echeverría. Con un voluntario de una ONG, esos que te meten el rollo en la calle y te asaltan aunque estés hablando por teléfono, estuvimos hablando largo y tendido del viaje que iba a llevar a cabo en unos días a Barcelona. Mientras esperaba el metro, una señora koreana me contaba que tenía que llegar a no sé donde y que llevaba todo el día dando vueltas. Por no contar las veces que me han parado en la calle y en el metro preguntándome direcciones. Eso me emociona ya que tan sólo significa una cosa… «yes, I am a newyorker».

Ves gente que no se conoce hablando constantemente en el metro – I like your dress , Is your hair natural?, Where did you buy your necklace? – 

Aquí todo es posible, puedes conocer a tu mejor amigo, esposo o futuro trabajo, en la calle hablando con extraños, en el momento más inesperado.

Ahora por ejemplo, tengo delante al hombre que he mencionado antes. Guapo es decir poco. Ha entrado con una maleta que lleva la etiqueta de Alitalia. Supongo que es italiano y turista. Si estuviera en un capítulo de Sexo en Nueva York, se acercaría a mi, se presentaría y tendríamos una apasionada cita esa misma noche. Pero hoy sé que eso no pasará. Tal vez mañana.

Una vez han finalizado mis fantasías con el hombre de la maleta, he dado una vuelta por el West Village y me he parado a descansar en Abingdon Square.

Para comer he elegido este pequeño restaurante en 4st street Tartine. Sólo sirven brunch de 10.00 a 16.00. He pedido un Chicken Sandwich con guacamole, pollo, lechuga y salsa Chipotle. Mi mesa está justo en la acera de la calle y me estoy derritiendo del calor.  El sandwich viene con zumo de naranja, Iced Coffee y agua. Precio: 15$. Tienen también un amplio surtido de pasteles. Si buscas un sitio de ensaladas, pastas o carnes, este no es el sitio.

Después de perderme por las calles del West Village, he decidido desplazarme al Soho y  visitar dos puntos memorables en la vida de toda mujer. Uno es el edificio de la película Ghost (104 Prince Street) y otro el Café Noir (32 Grand Street), conocido por sus cocktails. Para mi es conocido por ser el restaurante que sale en la película «Infiel» donde Olivier Martínez y Diane Lane hacen el amor en el baño. ¿Vendrá Olivier a rescatarme?. Me acabo mi cocacola y voy al baño antes de irme. Evidentemente no es el baño que sale en la película.

Salgo del Soho y me desplazo al East Village. A las 19.00h tengo mi tan esperada clase de Cupcakes en ButterLane. Esta pequeña tienda ofrece clases de cupcakes todos los lunes y jueves de 19.00h a 21.00h. El precio por clase son 50$ y puedes inscribirte online.

La clase es un poco sosa debido a que me toca un grupo poco agraciado. Al menos consigo 3 recetas diferentes y veo como llevan a cabo el cupcake. Acabo yéndome a casa con 9 cupcakes… ¿me los comeré todos?. Eso lo dejaré a manos de vuestra imaginación.

Sigue leyendo – Day 8: Coney Island

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